Desde que la epidemia del Covid-19 comenzó a propagarse, también se han propagado la incertidumbre, la ansiedad, la angustia, el miedo, la preocupación y la frustración, entre otras emociones. Emociones comprensibles y justificadas, y, en cierto sentido, deseables, ya que nos llevan a desarrollar comportamientos de prevención y conductas de supervivencia.
Esta situación, difícil e inédita en todos los aspectos, puede ser vivida con mucho malestar pero también como una oportunidad para aprender y poner en marcha nuevas estrategias para afrontar este momento histórico.
Esta realidad se puede construir de una manera objetiva y subjetiva, y la forma de hacerlo difiere mucho de unas personas a otras. La objetiva no entramos en ella, suficientes datos publicados hay, pero sí entraremos en la subjetiva.
El sistema epistemológico de la persona, esto es, su forma particular, subjetiva de entender el mundo, le puede servir en menor o mayor medida. En menor medida, puede ser cuando construimos los problemas sin una salida viable, desde la generalización y el pesimismo. Y en mayor medida, cuando lo hacemos desde la esperanza, la confianza, o sea, con una salida. Tomar conciencia de cuál es mi actitud ante las dificultades y retos me sirve para cuestionarme, al menos, para qué afronto la vida de esta forma. Y qué estrategias podría incorporar a mi bagaje existencial para ganar en bienestar y autonomía.
Además, me servirá para desarrollar habilidades psicológicas que me permitan afrontar las dificultades con más recursos, estrategias y que estas nuevas herramientas pasen a formar parte de un desarrollo psicológico que me acompañe toda la vida.
La crisis del Covid-19 puedes vivirla de diferentes formas, pero que sea una oportunidad para una ganancia depende solo de ti. Llover, llueve para todos, pero ¿qué haces tú cuando ocurre?