A modo de resumen y en general, de la rabia nos tenemos que quedar con los siguientes conceptos o ideas:
Cuando conectamos con la rabia, cuando algo o alguien nos produce la reacción de rabia, puede ser útil intentar dar un paso más y reflexionar más allá de la emoción. Intentar comprender su origen, ponerla en contexto. Por ejemplo, si tengo rabia por algo que ha hecho otra persona, dar un paso más puede ser intentar comprender qué es lo que me frustra de esa situación, no de la persona. Si yo espero que el otro haga alguna cosa porque es lo “que toca” soy yo que tengo una expectativa determinada, “es lo lógico” me puedo decir, pero olvido que es lo lógico “para mí” la otra persona puede verlo de una manera diferente.
Podemos verlo como un juego de detectives…
1) Lo primero es la conciencia de rabia, siento una rabia tremenda por lo que sea, pero en general porque las cosas son de una manera determinada y no “deberían ser así”. Es una de las formas habituales de la rabia: la queja. La queja es una reacción pasiva como la rabieta o el mosqueo. La reacción activa se muestra a través de comportamientos agresivos.
2) Dar un paso más sería: ya que la rabia nace de una frustración, de algo que no es “como debería ser”, pregúntate: ¿qué es aquello que esperabas?, ¿qué es lo que te frustra?
3) Por último, si la rabia se activa por algo o alguien: ¿qué puedo hacer para desactivarla? Por ejemplo si me activa la rabia la “espera de que las cosas sean de una forma determinada”, una pregunta posible sería ¿qué cosa diferente puedo hacer yo en esta situación? No intentamos controlar o reprimir la rabia sino entender qué la desencadena o qué la motiva.
4) Si entiendes qué motiva tu rabia o qué la desencadena podrás desactivarla. ¿Se te ocurren formas de desactivar tu rabia?
La rabia tiene una cara positiva ya que puede ayudarnos a persistir, a no rendirnos. Nos puede liberar del reproche o de la decepción del comportamiento ajeno, y ayudarnos a asumir la responsabilidad de nuestra vida.